Los trastornos plaquetarios son afecciones médicas que involucran a las plaquetas, un componente sanguíneo que es fundamental para la hemostasia además de muchas otras funciones corporales. Existe una gran cantidad de afecciones que caen bajo el paraguas de los trastornos plaquetarios, y hay una variedad de causas para tales afecciones. Cuando a los pacientes se les diagnostica una afección relacionada con las plaquetas, existen varias opciones de tratamiento que se pueden utilizar para abordar la afección y su causa subyacente.
Hay dos tipos principales de trastornos plaquetarios: trastornos relacionados con la cantidad de plaquetas y problemas relacionados con la función de las plaquetas. Los pacientes pueden tener recuentos de plaquetas artificialmente altos o bajos, o plaquetas que no funcionan correctamente. Estas afecciones pueden ser hereditarias o no, y pueden ser inmunomediadas, lo que significa que está involucrada una función anormal del sistema inmunológico, o puede que no. Determinar la participación de la herencia y el sistema inmunológico es importante en el diagnóstico y el tratamiento.
Los trastornos en número pueden ser causados por una producción excesiva o insuficiente de plaquetas en la médula ósea, junto con tasas anormales de destrucción o secuestro en el cuerpo. Estos tipos de trastornos plaquetarios a menudo se pueden diagnosticar con un hemograma en el que se extrae una muestra de sangre y se analiza para obtener más información sobre la cantidad de plaquetas activas en el cuerpo.
Los problemas con la función, como la enfermedad de Bernard-Soulier y la enfermedad de von Willebrand, involucran números de plaquetas que son normales, con un problema en la función fundamental de las plaquetas. Estas afecciones a menudo son genéticas e involucran una proteína codificada incorrectamente, pero también pueden adquirirse.
Si un paciente tiene sospecha de un trastorno plaquetario, generalmente se lo derivará a un hematólogo, un médico que se especializa en trastornos de la sangre. El hematólogo puede recomendar pruebas adicionales para obtener más información sobre el trastorno del paciente y las posibles causas, incluidos análisis de sangre, muestras de médula ósea y pruebas genéticas. Una vez que se ha diagnosticado la afección, el médico puede determinar qué tratamiento será el más apropiado.
En el caso de afecciones congénitas, es posible que no sea posible curar los trastornos plaquetarios, pero las afecciones se pueden manejar para que sea menos probable que interfieran con la calidad de vida del paciente. Otros trastornos plaquetarios se pueden abordar tratando una causa subyacente. El paciente puede verse obligado a acudir a citas de por vida con un hematólogo para comprobar si hay signos tempranos de cambios y complicaciones en desarrollo que podrían indicar que está surgiendo un problema grave.