El trastorno por déficit de atención, comúnmente conocido como ADD, es un trastorno neurológico que puede afectar a todas las edades. Los principales síntomas del trastorno son distracción, olvido, incapacidad para concentrarse, poca capacidad de atención e impulsividad. Si bien la causa subyacente de este trastorno no se ha determinado oficialmente, se presume que es causado por un desequilibrio químico en el cerebro. Las personas con trastorno por déficit de atención pueden carecer de sustancias químicas específicas llamadas neurotransmisores que controlan determinadas respuestas conductuales.
El trastorno por déficit de atención puede ser heredado o adquirido, y la investigación genética ha demostrado que el trastorno por déficit de atención es hereditario.
El trastorno por déficit de atención también puede ser causado por una enfermedad o accidente que causó daño al cerebro. Esto incluye complicaciones por el uso de medicamentos durante el embarazo para prevenir enfermedades infecciosas, sobreexposición a la radiación o partos complicados. Otras causas de traumatismo cerebral incluyen meningitis, encefalitis, convulsiones por fiebre, traumatismo craneoencefálico y toxicidad por plomo.
Los síntomas no siempre son evidentes para los médicos o los pacientes y, a menudo, no se diagnostican como trastorno por déficit de atención.
Si sospecha que usted o su hijo pueden estar sufriendo un trastorno por déficit de atención, es importante obtener un examen físico de un proveedor de atención médica para descartar cualquier problema de salud que pueda estar causando los síntomas. Una evaluación realizada por un consejero o psiquiatra de confianza también es una buena idea para determinar si los síntomas están relacionados con el estrés o con una enfermedad mental más grave. Una vez que se han descartado estas causas, se debe implementar un plan de tratamiento.
Los tratamientos para el trastorno por déficit de atención incluyen medicamentos, psicoterapia, un plan de nutrición especializado o una combinación de los tres.
Los medicamentos que tratan el trastorno por déficit de atención estimulan varias áreas del cerebro para que sean más activas, de modo que las funciones de atención y concentración y las funciones de autocontrol funcionen mejor. El más común de estos medicamentos es Ritalin y Dexedrine. Sin embargo, estos medicamentos a menudo tienen efectos secundarios, por lo que es importante analizar cualquier tratamiento con un proveedor de atención médica.