El mimetismo mulleriano es un fenómeno biológico mediante el cual dos especies dañinas, que pueden no estar estrechamente relacionadas, llegan a imitarse entre sí en su apariencia externa para ahuyentar a los depredadores. Estos animales pueden tener un depredador común y, por lo tanto, experimentar beneficios mutuos cuando sus patrones corporales se asocian con el peligro a los ojos del depredador, lo que hace que los pasen de largo. El ejemplo más comúnmente citado de mimetismo mulleriano está en las mariposas, varios linajes de los cuales tienen patrones de colores similares en sus alas para ayudar a ahuyentar a los depredadores. El mecanismo de repelencia real de la mariposa es su mal sabor.
El mimetismo mulleriano es una de las muchas formas de mimetismo que emplean los organismos para ayudarlos a sobrevivir. La base de muchos tipos de mimetismo es el aposematismo, la estrategia mediante la cual organismos peligrosos (avispas, ranas venenosas, etc.) señalan sus defensas a los depredadores a través de colores llamativos como amarillo brillante, naranja, morado o rojo. Esta es una estrategia naturalmente opuesta a la cripsis, donde el organismo intenta sobrevivir atrayendo la menor atención posible, como en el camuflaje. Algunos organismos incluso emplean ambos, tratando de pasar desapercibidos hasta que se notan, momento en el que parpadean colores o símbolos de advertencia. Esta estrategia dual se encuentra entre muchas serpientes y anfibios.
El concepto de mimetismo mulleriano fue propuesto por primera vez en 1878 por Fritz Muller, un naturalista alemán y uno de los primeros defensores de la teoría de la evolución de Darwin. En las décadas posteriores a la publicación de la teoría, los naturalistas pasaron mucho tiempo tratando de explicar ciertos agujeros aparentes en la teoría, reconciliándola con observaciones de campo. Un naturalista británico, William Bates, estudió las mariposas brasileñas y se le ocurrió el concepto de mimetismo batesiano, por el cual una especie inofensiva imita a una especie dañina, engañando a los depredadores haciéndoles creer que es dañina. Esto mostró cómo los linajes que evolucionan independientemente pueden llegar a parecerse entre sí a través de la selección natural. Lo que era confuso era por qué las especies dañinas también se parecían entre sí. Muller respondió a esta pregunta con su propuesta de mimetismo mulleriano.