Un emético es una sustancia que induce el vómito cuando se ingiere. Los eméticos se han empleado tradicionalmente para vaciar el estómago después de ciertos tipos de intoxicación, pero también tienen otras aplicaciones culturales. Estos se han utilizado de diversas formas con fines medicinales o incluso espirituales en una diversidad de culturas. Aunque la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP) ya no recomienda que los eméticos se administren de forma rutinaria para los accidentes por intoxicación en niños, el estudio del uso etnobotánico de especies de plantas eméticas tiene el potencial de descubrir nuevos tratamientos farmacéuticos.
El uso de eméticos etnobotánicos está bien documentado. La preparación de ayahuasca de Banisteriopsis caapi, una planta nativa de América del Sur, es una parte integral de la medicina física y espiritual en ciertas culturas indígenas. El uso de la preparación implica frecuentemente vómitos violentos seguidos de experiencias alucinógenas. El efecto limpiador y purificador del emético ha sido identificado como un aspecto significativo del proceso espiritual del uso de ayahuasca. Curiosamente, la medicina occidental ha identificado compuestos en Banisteriopsis caapi que son efectivos en el tratamiento de parásitos intestinales, lo que respalda el valor medicinal de la ceremonia de purificación.
El emético más utilizado en la medicina occidental es el jarabe de ipecacuana. Esta es una solución preparada a partir de la raíz del arbusto ipecacuanha sudamericano. Tras la ingestión, el vómito suele ocurrir en unos minutos y continúa hasta que se ha purgado todo el contenido del estómago. Es importante tener en cuenta que la ipecacuana solo debe administrarse bajo el consejo de un centro de control de intoxicaciones, ya que ciertos tipos de intoxicación están contraindicados para el tratamiento emético. De manera similar, nunca se debe inducir a vomitar a las víctimas que estén inconscientes o incapacitadas de alguna otra manera, a menos que sea bajo el consejo de un profesional médico.
En 2010, la AAP anuló el consejo de que los padres mantuvieran un recipiente de una onza (30 ml) de jarabe de ipecacuana como parte de los botiquines de primeros auxilios para el hogar. Tradicionalmente, se aconsejaba a los padres inducir el vómito en caso de intoxicación accidental. Las pautas revisadas presentadas por la AAP afirman que, de hecho, no hay evidencia empírica que respalde esta práctica, y que ningún estudio ha demostrado que el vómito inducido influya significativamente en las tasas de mortalidad en casos de intoxicación.
Como alternativa, la AAP recomienda que los padres se concentren en la prevención de intoxicaciones, manteniendo las sustancias potencialmente tóxicas fuera del alcance de los niños. En caso de emergencia, se debe utilizar carbón activado, que se une a sustancias tóxicas e impide la absorción en el torrente sanguíneo, en lugar de eméticos. Siempre que sea posible, siempre se debe consultar a un centro de control de intoxicaciones u otro profesional médico antes de intentar un tratamiento en el hogar.