Las elecciones de mitad de período ocurren en la mitad del período de un presidente en el cargo, de ahí el nombre de mitad de período. Mientras que las elecciones presidenciales se llevan a cabo cada cuatro años en los Estados Unidos, las elecciones generales para otros cargos se llevan a cabo cada dos años. Estas elecciones generalmente involucran a gobernadores estatales, congresistas estatales y federales, y varios cargos locales electos, como comisionados del condado, concejales y jueces. Dado que los senadores estadounidenses sirven términos de 6 años, sus campañas de reelección generalmente también se llevan a cabo en este momento.
Las elecciones no presidenciales a menudo se consideran una prueba de fuego para la efectividad del presidente en ejercicio como líder de un partido político. Un presidente demócrata popular, por ejemplo, puede usar su propia popularidad para reforzar las campañas de los candidatos demócratas durante las elecciones de mitad de período. Sin embargo, es posible que un presidente impopular no pueda proporcionar un gran impulso político a su partido. Las carreras muy cerradas pueden depender de las percepciones del público sobre los partidos republicano y demócrata, no necesariamente de las elecciones locales en sí mismas.
Algunas elecciones de mitad de período se han vuelto legendarias. Cuando el ex presidente Clinton fue elegido en 1992, muchos analistas políticos lo vieron como una acusación contra las políticas económicas fallidas de las administraciones republicanas anteriores. El partido gobernante Demócrata, animado por un presidente popular, debería haber arrasado en muchas de las elecciones de 1994. En cambio, un partido republicano revitalizado, dirigido por el senador Newt Gingrich, logró recuperar el control del Congreso. Las elecciones de 1998 no fueron tan dramáticas, pero el cambio de suerte de los republicanos en 1994 todavía se considera un regreso notable.
Las elecciones de mitad de período también pueden considerarse un vistazo al futuro. Un presidente en ejercicio que busque la reelección podría sentirse empoderado si su partido político ganara fuerza durante estas elecciones. Sin embargo, si su partido sufrió pérdidas significativas en las urnas, entonces puede ser una señal de que son necesarios cambios en las políticas o en la percepción pública. Los líderes de ambos partidos políticos vigilan de cerca los resultados de las elecciones y utilizan esta información para formular una estrategia ganadora para sus candidatos presidenciales.