El método más común de detección de fraudes proviene de sugerencias de personas dentro o fuera de una empresa u organización. El fraude también puede descubrirse por accidente después de que un cliente se queja de una factura, lo que da lugar a una investigación de las prácticas contables. Los controles internos y externos, como las auditorías, también pueden descubrir actividades fraudulentas, pero este método no es tan efectivo como contratar a un contador forense para examinar los estados financieros. La minería de datos, también llamada análisis de datos, utiliza software de computadora como herramienta para la detección de fraudes, que puede reconocer patrones inusuales en los registros financieros.
Algunas empresas ofrecen una línea directa u otro método que los empleados, proveedores o clientes pueden utilizar si sospechan de falta de honradez. Algunas agencias gubernamentales también confían en los consejos de detección de fraude del público o compañeros de trabajo a través de líneas de información anónimas. La Asociación de Examinadores de Fraude Certificados estima que un tercio de todas las investigaciones de fraude comienzan con información proporcionada a través de un consejo.
La detección accidental de fraude puede surgir cuando un empleado está ausente y otro empleado descubre una discrepancia en una cuenta. Es posible que encuentre diferencias entre los recibos de efectivo documentados y los depósitos bancarios. El fraude también puede salir a la luz cuando un empleado sospecha de un compañero de trabajo que parece vivir más allá de sus posibilidades.
La mayoría de las empresas incluyen controles internos y externos como herramientas de detección de fraude. Regularmente realizan auditorías y concilian cuentas. Las cancelaciones inusuales o los ajustes frecuentes en los fondos pueden apuntar a un área que necesita un escrutinio. Los auditores externos suelen examinar los procedimientos de control interno para determinar si son efectivos o si necesitan cambios para reducir el riesgo de fraude.
Algunas empresas utilizan métodos informales de detección de fraude al monitorear a los empleados que podrían robarle a la empresa. Pueden examinar el trabajo realizado por un empleado con problemas legales, financieros o de abuso de sustancias conocidos. Los empleados que exhiben una ética laboral cuestionable, los que tienen un desempeño deficiente y los trabajadores que se quejan de manera crónica de sus trabajos pueden verse tentados a cometer fraude. Otra pista que puede conducir a la detección de fraude ocurre cuando un empleado que maneja dinero se vuelve protector de sus deberes, negándose a permitir que otro empleado acceda a documentos financieros. Estas personas rara vez faltan al trabajo o se toman unas vacaciones por temor a ser descubiertas.
Las tácticas de prevención del fraude incluyen una revisión cuidadosa de los empleados con acceso a las finanzas o informes financieros. Las empresas también pueden reducir el riesgo de fraude mediante la adopción de un estricto código de ética aplicable a todos los empleados. Enseñar a los trabajadores a reconocer actividades inusuales que podrían indicar deshonestidad representa otra estrategia utilizada por algunas empresas. Proporcionar la seguridad adecuada de las instalaciones físicas protege los datos y los activos del uso indebido.