Las cuentas de oración se utilizan en todo el mundo en muchas religiones importantes para ayudar a las personas a realizar un seguimiento del número de oraciones que pronuncian. Cada collar de cuentas, hecho de madera, piedra, gemas, marfil, semillas, huesos, hueso, concha o bayas, tiene un número particular de contadores. Estos corresponden al número correcto, a menudo sagrado, de oraciones que deben repetirse en una sola sesión o en un día. El budismo, el islam, el catolicismo y el hinduismo tienen una larga historia de distribución de cuentas de oración, conocidas por varios nombres, tanto a líderes religiosos como a practicantes laicos.
Se cree que el concepto de usar cuentas recolectadas en una cuerda como contadores se derivó del ábaco chino, donde se usaban diferentes colores de una pequeña cantidad de cuentas para contar grandes cantidades. Antes de esto, las personas a menudo anudaban y desanudaban cuerdas para realizar un seguimiento de los recuentos importantes de devociones, arrepentimientos o mantras. La longitud de las cuentas de oración puede variar según la ocasión, como funerales, nacimientos o días festivos de temporada, o para diferentes grupos, como hombres, mujeres y figuras sagradas.
Desde China, las cuentas de oración se esparcieron por todo el mundo y fueron adoptadas por muchas religiones. La gente necesitaba llevar un registro de cuántas oraciones decían y cuántas permanecían en un ciclo de oración estándar. Una persona comienza a orar en una primera cuenta especial y, a partir de entonces, agarra cada cuenta sucesiva mientras murmura o entona una cierta línea corta, hasta que ha regresado a la última cuenta, por lo que contar no interfiere con su reflexión religiosa.
El número y el material de las cuentas son tan variados como las culturas que las utilizan. Incluso dentro de la misma religión general, las personas adoptan diferencias regionales para reflejar abundantes materiales naturales o mitos y folclore locales reconocidos como importantes. A menudo, el número de oraciones, a su vez, corresponde a las épocas del desarrollo humano, los nombres de los dioses, las etapas del perdón, algunos lugares santificados o los caminos hacia la iluminación.
Para ilustrar mejor la variedad y belleza de las cuentas de oración, veamos sus diversos materiales y aplicaciones religiosas. En el Islam, las cuentas de oración se llaman subha. Las cuentas generalmente están hechas de arcilla y las cuentas estándar del número 99 más un marcador de color diferente para indicar el comienzo y el final de un ciclo. Los hindúes usan el mala para contar sus 32-108 oraciones sobre las semillas del árbol Rudraskha. Sus divisiones están hechas con amuletos como una campana o un rayo de metal.
Los católicos llaman a sus cuentas de oración un rosario, y esto puede ser esculpido en madera, piedra, vidrio u otros materiales. Una cruz colgante divide el bucle para mostrar el final de las 150 oraciones. Las cuentas de oración en el budismo se elaboraron originalmente a partir de la madera del árbol sagrado Bodhi, debajo del cual Buda se iluminó. Las 108 cuentas se dividen en tres segmentos de 36 cada uno en el budismo tibetano. Pueden hacer sus hebras con cuentas de hueso, concha o ámbar.