Las líneas celulares humanas son herramientas orgánicas utilizadas en la investigación biológica, genética y médica. Los científicos han aprendido a mantener vivas las células vegetales y animales después de eliminarlas de los organismos, a veces por un período indefinido. Se puede hacer que estas células, llamadas cultivos celulares, se multipliquen tal como lo hacen dentro del cuerpo, creando nuevas células casi idénticas a las originales. Estos cultivos celulares perpetuantes, llamados líneas celulares, son herramientas invaluables en el desarrollo de medicamentos y vacunas. Las líneas celulares humanas ofrecen información sobre la biología humana que las líneas celulares de plantas u otros animales no siempre pueden proporcionar.
A fines del siglo XIX y principios del siglo XX, los biólogos aprendieron por primera vez cómo mantener las células vivas después de haberlas eliminado de una criatura viva. En el siglo XX, los científicos e investigadores médicos descubrieron un enorme valor en el mantenimiento de tales cultivos celulares. Probaron ser vitales en el desarrollo de vacunas contra la poliomielitis, el sarampión y otras enfermedades virales. A medida que avanzó la investigación genética, las líneas celulares humanas ofrecieron información sobre la composición genética humana. Hay indicios de que dicha investigación puede ayudar en la lucha contra el cáncer y las enfermedades hereditarias.
Los primeros cultivos celulares no duraron mucho antes de morir o volverse inútiles. Los científicos pronto aprendieron cómo mantener tales cultivos en soluciones orgánicas que simularan el entorno nutritivo del cuerpo. Mientras que algunos, como las células sanguíneas, pueden mantenerse en una solución líquida, otros deben adherirse a una superficie sólida para sobrevivir. La ventaja científica de usar tales células es que estarán libres de variaciones genéticas. Por lo tanto, forman un grupo de control perfecto que se puede usar para comparar con otras células que se han modificado mediante la adición de material biológico, como virus o vacunas.
Para contrarrestar la corta vida útil de algunas células, se alentó a las líneas celulares humanas a crecer y reproducirse; las líneas celulares podrían luego distribuirse a otros laboratorios en los mismos campos de investigación. Algunas de estas líneas celulares humanas pueden mantenerse indefinidamente, a veces mucho después de que el donante celular haya perecido. Por esta razón, se les conoce coloquialmente como líneas celulares inmortales. Estas células pueden manipularse genéticamente con la adición de nuevo material genético. Los cambios resultantes proporcionan nuevos conocimientos sobre los marcadores genéticos de enfermedades como el cáncer.
En 2010, el popular libro de ciencia The Immortal Life of Henrietta Lacks, de Rebecca Skloot, trajo el conocimiento de las líneas celulares humanas de los laboratorios médicos. Skloot rastreó la línea celular utilizada en la investigación del cáncer cervical hasta su propietario original, Lacks, una mujer afroamericana que murió de la enfermedad en 1951. A pesar del uso generalizado de la línea celular, la familia de Lacks desconocía la contribución de Henrietta a la ciencia médica durante 25 años. años. La cobertura mediática del libro de Skloot inspiró un interés generalizado en las líneas celulares humanas, Lacks misma y la línea celular que ella originó, todavía llamada HeLa por biólogos e investigadores de todo el mundo.