El virus de la hepatitis G (HGV), también conocido como virus GB-C (GBC), es un virus benigno que infecta a los seres humanos, pero no se ha demostrado que cause enfermedades. Aunque el virus vive en la sangre y es genéticamente similar a la hepatitis C, no hay indicios de que provoque un daño hepático como otros tipos de hepatitis. Se descubrió por primera vez en 1995 y se cree que infecta entre el dos y el cinco por ciento de las personas en todo el mundo.
Se sabe que la hepatitis G causa una infección persistente en el 15 al 30 por ciento de los adultos hasta por nueve años. Muchas veces las personas infectadas no se darán cuenta de que son portadoras del virus porque los síntomas son inexistentes. Se encuentra comúnmente en coinfecciones con otros virus, como la hepatitis C y el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). De hecho, más de un tercio de las personas infectadas por el VIH también están infectadas con hepatitis G.
El virus de la hepatitis G se transmite a través de la sangre. Compartir artículos de cuidado personal como navajas de afeitar y cepillos de dientes infectados con el virus puede transmitir la enfermedad, así como las relaciones sexuales, de madre a hijo al nacer, el uso de drogas intravenosas u otro contacto de sangre a sangre. El virus no se puede contraer a través de la saliva, el semen o cualquier otro fluido corporal que no sea la sangre.
Algunas personas tienen mayor riesgo de contraer hepatitis G que otras. Los pacientes en hemodiálisis, los usuarios de drogas inyectables y los trabajadores de la salud que se exponen a la sangre de forma regular tienen el mayor riesgo de infectarse con el virus. Cualquiera que reciba un tatuaje, acupuntura o un piercing en el cuerpo corre un riesgo medio si las herramientas que se utilizan no se esterilizan adecuadamente.
Debido a que la hepatitis G se descubrió recientemente, no existe cura ni tratamiento recomendado. Actualmente se están realizando investigaciones sobre el virus, pero se sabe poco, aparte del hecho de que no parece causar daño hepático. La respuesta individual al virus variará, al igual que las opciones de tratamiento. Sin embargo, para quienes padecen hepatitis G se recomienda descansar lo suficiente, llevar una dieta equilibrada y evitar el alcohol y otros irritantes del hígado.
La hepatitis G parece prometedora para quienes padecen VIH, según varios estudios de laboratorio recientes. Parece que los pacientes infectados tanto por el VIH como por la hepatitis G viven más que los pacientes infectados por el VIH solo. Los científicos creen que el virus evita que el VIH se replique con tanta frecuencia, lo que prolonga la vida del paciente al inhibir el daño al sistema inmunológico.