Los significados originales de las palabras tienden a cambiar con el tiempo, y ocasionalmente adquieren todo lo contrario de su intención original. Si a una persona en la década de 1970 se le hubiera preguntado cómo trazó la línea entre la habilitación y el apoyo, probablemente habría reaccionado con una sensación de absoluta confusión. Las dos palabras originalmente compartían una connotación muy similar, pero la popularidad de los psicólogos de los medios de comunicación y los movimientos de autoayuda ha provocado que la palabra «habilitar» se vea en gran medida en un sentido negativo. Permitir a alguien, en forma negativa, se referiría al acto de alentar o no evitar que una persona se comporte de manera autodestructiva o malsana. Por el contrario, la palabra «apoyo» ha conservado gran parte de su significado original, el de ayudar o alentar a una persona a lograr una meta que valga la pena.
En verdad, uno puede capacitar a otra persona de manera positiva. Por ejemplo, un padre puede prestarle dinero a un hijo, lo que le permite ir a la universidad. La bondad de un amigo o modelo a seguir puede permitir que uno se inspire y ayude a los demás. Estos facilitadores positivos estarían apoyando a su hijo o amigo en el acto de obtener una educación o vivir una vida más feliz. En tales ejemplos no se puede trazar una línea divisoria entre un facilitador y un partidario, ya que equivalen prácticamente a lo mismo.
En el léxico de la psicología moderna, existe una gran diferencia entre habilitar y apoyar. Si un individuo casado simplemente financiara el hábito de beber, jugar o consumir drogas de su cónyuge, podría ser visto como un facilitador. Si sugiriera que su cónyuge tiene un problema y se ofreciera a ayudar o coordinar asesoramiento, entonces estaría brindándole apoyo. La diferencia entre ser un facilitador y un partidario es evidente en tal situación, pero muchas veces puede ocurrir un escenario en el que el comportamiento de uno no es tan claro.
Las personas, lugares, acciones o eventos que están involucrados definen con frecuencia trazar la línea entre la habilitación y el apoyo. Quizás una persona desee intentar salvar una relación aunque sea por naturaleza abusiva. Si uno fomentara tal curso, sabiendo que la persona en cuestión tenía un patrón a largo plazo de buscar parejas abusivas, estaría permitiendo un comportamiento negativo. Si, por otro lado, uno señala tal patrón y ofrece ayuda para resolverlo, sus acciones se considerarían apoyo. En un sentido muy real, trazar la línea entre permitir y apoyar consiste en la diferencia entre reconocer e ignorar la realidad de cualquier situación dada.