La degeneración walleriana es un patrón de daño en las fibras nerviosas donde el axón de un nervio se rompe debido a una lesión que daña el núcleo. Cuando aparecen lesiones a lo largo de los nervios, los extremos opuestos o distales pueden experimentar degeneración walleriana. Las células nerviosas intentarán crecer y regenerarse a menos que una cicatriz u obstáculo similar les impida hacerlo. En el sistema nervioso periférico, el recrecimiento tiende a ser más rápido que en el sistema nervioso central.
El proceso comienza con una lesión en un nervio como un corte o aplastamiento, o la degeneración causada por una enfermedad neurológica. En aproximadamente un día, las fibras en el otro extremo del nervio comienzan a atrofiarse y separarse porque no reciben suficiente nutrición. Si el nervio inerva un músculo, puede debilitarse y volverse pequeño. Esto puede suceder a pequeña o gran escala y puede provocar entumecimiento, hormigueo y otras sensaciones inusuales para el paciente.
Después de la degeneración walleriana, aparecen pequeños brotes que intentan atravesar el espacio que queda después de que las fibras nerviosas se deshacen. Si tienen éxito, saltarán, devolviendo la sensación y la función al área. Es posible que los nuevos nervios no funcionen tan bien y que el músculo experimente una debilidad persistente. Cuando hay cicatrices u otros obstáculos en el camino, es posible que las estructuras en crecimiento no puedan cruzar, dejando la brecha en su lugar. El músculo seguirá atrofiándose porque no recibe suficientes señales de los nervios.
Para los médicos, es importante comprender el proceso de degeneración walleriana. La extensión del daño a los nervios puede tardar varios días en hacerse evidente a medida que los nervios se descomponen y los pacientes pueden experimentar síntomas durante meses o años porque los nervios no vuelven a crecer correctamente o no vuelven a crecer en absoluto. Al trabajar alrededor de los nervios, los cirujanos tienen cuidado de no crear lesiones y toman nota de cualquier erosión de la vaina de mielina u otros problemas que puedan contribuir a la degeneración walleriana.
Es posible utilizar la cirugía para guiar nuevas fibras nerviosas si tienen problemas para volver a crecer con éxito. Este procedimiento requiere un neurólogo con experiencia y capacitación sustanciales, y puede ser una operación muy delicada. Al trabajar con los nervios, los cirujanos quieren evitar crear un problema peor que el que empezó con el paciente. En algunos casos, no es posible estimular la regeneración y el paciente experimentará una pérdida permanente de sensación y función.