La forma de articulación suele ser parte de un curso de fonología que explica cómo se forman y producen los sonidos. Las partes del cuerpo que ayudan a crear el sonido se denominan «articuladores», que pueden incluir los labios, la lengua y los dientes. Incluso la cavidad nasal, el paladar superior, la mandíbula y las cuerdas vocales se consideran articuladores. Al interactuar entre sí, estos articuladores producen sonido. En fonología, hay ocho formas de articulación que dan como resultado la producción de sonido.
La primera forma de articulación son las oclusivas o las «paradas orales». En este proceso, el flujo de aire se interrumpe temporalmente para producir un sonido. Por ejemplo, para crear el sonido de la «t», una persona debe juntar los dientes superiores e inferiores, con la lengua hacia atrás, y una ráfaga de aire obliga a los dientes a abrirse, por lo que suena la «t».
En el tapón nasal, la cavidad bucal está completamente cerrada, mientras que la cavidad nasal está abierta. El aire que entra y sale por la nariz produce el sonido, como en «m» y «n». Uno puede notar que una «m» se convierte en una «b» cuando se pellizca la nariz. Ésta es una indicación de que un sonido es nasal; si el sonido cambia cuando se cierra la cavidad nasal.
Otra forma de articulación es la fricativa, en la que el flujo de aire está parcialmente obstruido. Cuando sale un poco de aire, produce sonidos como la “f” o la “s”, cuando se deja salir aire entre los dientes o los labios. Algunas fricativas contienen un sonido vibrante, como la «v» y la «z».
Cuando una fricativa se combina con una oclusión oral, forma otra forma de articulación llamada africada. Al igual que en «j» y «ch», el sonido se inicia con una parada oral, pero progresa a una fricativa. Se puede notar que el sonido «ch» se puede producir de forma continua, en comparación con la «t» que suena en un solo instante.
La aleta o golpecito es la quinta forma de articulación, en la que la lengua hace una especie de «aleteo» mientras crea el sonido. Un ejemplo es el sonido «t» en «agua»: al cambiar la posición de la lengua, la «t» comienza a sonar como una «d» o «wader». De la séptima manera, que es el trino, se hace vibrar la lengua al exhalar continuamente el aire en su contra. El idioma español a menudo usa el trino para producir una «r» dura, como en «para» y «perro».
La aproximante y la lateral son formas de articulación que no necesitan mucho cierre oral y nasal para producir el sonido. Este es el caso de sonidos como «y» y «h», donde el aire simplemente fluye hacia afuera. En el lateral, la lengua toca los dientes superiores y el aire se empuja continuamente contra ella, como en el sonido de la letra «l».