Los tipos comunes de enfermedades musculares son los trastornos neuromusculares, como la esclerosis múltiple y la miastenia gravis, y las afecciones que se desarrollan dentro del propio músculo esquelético, llamadas miopatías. Las enfermedades neuromusculares afectan la comunicación entre los músculos y los nervios que controlan su movimiento y, a menudo, son progresivas y fatales. Algunas miopatías son enfermedades hereditarias, como la distrofia muscular, que provocan debilidad gradual y pérdida del tono muscular que a veces conduce a la parálisis. Los espasmos y calambres musculares no son tipos específicos de enfermedad, pero pueden ser causados por problemas o lesiones metabólicas.
Los diferentes tipos de enfermedades musculares se clasifican según su origen anatómico, ya sea en los músculos, en los nervios que los controlan o en el tejido conectivo circundante. Muchas enfermedades musculares son de origen neuromuscular. Estos pueden surgir a partir de problemas en las uniones donde los nervios se unen a los músculos, lo que normalmente indica su contracción cada vez que el cuerpo se mueve. Las patologías también pueden ser causadas cuando las partes del cerebro y la médula espinal que supervisan el movimiento muscular están dañadas o deterioradas, alterando el tono muscular para volverse espástico o rígido. Muchas formas de enfermedad neuromuscular se heredan, aunque algunas afecciones raras, a menudo terminales, como la esclerosis lateral amiotrófica parecen tener un inicio repentino.
La miastenia gravis es una enfermedad que ocurre cuando el nervio que inerva un músculo en particular es atacado por un sistema inmunológico hiperactivo, bloqueando sus señales en la unión neuromuscular y causando la pérdida del control voluntario allí. La esclerosis múltiple es una enfermedad del sistema nervioso que destruye el aislamiento que rodea los nervios, evitando que el cerebro envíe señales al cuerpo. Cuando los músculos dejan de recibir comunicación de los nervios, no pueden funcionar y se atrofian, lo que lleva a una pérdida de control y una eventual degeneración.
Algunos tipos de enfermedades musculares que ocurren con frecuencia, las miopatías, son el resultado de causas no neurológicas, como una debilidad hereditaria de las proteínas que forman las fibras musculares. Para que suceda el movimiento normal, estas fibras deben permanecer fuertes y poder contraerse cuando el nervio adyacente les envía una señal para hacerlo. Las distrofias musculares involucran defectos en un gen, lo que resulta en una producción deficiente de una proteína necesaria para la contracción normal. Conducen a una pérdida progresiva del control muscular, lo que provoca síntomas que incluyen debilidad y alteración del movimiento, y problemas faciales clásicos como párpados caídos y babeo.
Los calambres y los espasmos musculares no se consideran enfermedades musculares en sí mismos, sino que se consideran síntomas de trastornos subyacentes o el resultado de una lesión. Los calambres, por ejemplo, son contracciones dolorosas e involuntarias de un músculo y, a menudo, afectan los cuádriceps del muslo, los músculos abdominales y la parte inferior de las pantorrillas. A veces son causadas por la deshidratación o por la acumulación de ácido láctico durante ráfagas intensas de actividad atlética. Las infecciones bacterianas como el tétanos provocan una rigidez severa y un bloqueo de los músculos.