¿Qué es un esofagoscopio?

Un esofagoscopio es un instrumento médico que se puede insertar en el esófago para observar directamente el interior de la garganta. Los esofagoscopios pueden ser flexibles o rígidos y, por lo general, cuentan con una fuente de luz en sus puntas. Los modelos más antiguos llevan una imagen del esófago hasta el final del endoscopio por medio de espejos o cables ópticos. En su lugar, los esofagoscopios más nuevos suelen estar equipados con cámaras en miniatura. También pueden incluir varios accesorios, como una garra de agarre para eliminar material extraño y una variedad de cepillos, raspadores y curetas que permiten realizar biopsias.

El esofagoscopio está diseñado para abrir el esófago, que naturalmente está cerrado en su mayor parte, de modo que un médico pueda ver una imagen clara. Los primeros esofagoscopios eran poco más que tubos de metal que se insertaban en el esófago, de la misma manera que un traga espadas realiza su acto. Estos se mejoraron más tarde con luces eléctricas, lo que aumentó en gran medida su capacidad para devolver imágenes de los rincones oscuros de la garganta. Los osciloscopios flexibles se crearon en la década de 1960 colocando haces de fibras de vidrio de modo que devolvieran una imagen al final del osciloscopio incluso cuando se doblaban en una curva.

En la práctica médica moderna, se utilizan esofagoscopios flexibles y rígidos, según el procedimiento. Los endoscopios flexibles pueden atravesar el estómago hasta el duodeno y tienden a causar menos trauma en la garganta del paciente. También se pueden insertar a través de la nariz en lugar de la boca, lo que evita las vías respiratorias de manera más completa. Los endoscopios rígidos son mejores para expandir los conductos estrechos del esófago y son preferidos para eliminar objetos extraños del esófago y para realizar biopsias en los tramos superiores del tracto gastrointestinal.

En una esofagoscopia normal, se introduce un esofagoscopio en el esófago a través de la boca o la nariz y se introduce a través del esófago hasta el estómago y, a veces, hasta el duodeno. En el camino, un médico busca signos de irregularidades que puedan interferir con la deglución o indicar posibles cánceres. Si se encuentra una irregularidad, se puede usar el esofagoscopio para realizar una biopsia de una muestra para su análisis adicional. Si un cuerpo extraño se ha alojado en la garganta, el endoscopio puede equiparse con una garra de agarre para retirarlo.

La esofagoscopia se considera un procedimiento no invasivo, ya que no implica el corte de ningún tejido. Sin embargo, casi siempre se realiza con el uso de un anestésico local y posiblemente un sedante, especialmente en el caso de niños pequeños. Los pacientes que se someten a una esofagoscopia a menudo quedan con dolor de garganta. Con este procedimiento es posible que se presenten complicaciones, como sangrado y daño a los tejidos blandos.