Epíteto proviene de la palabra griega epitheton, que significa atribuido o agregado, y se refiere a una palabra o frase que acompaña a un nombre o que a veces toma su lugar. A menudo, tiene una referencia histórica y se ha utilizado con tanta frecuencia que es sinónimo de la persona o entidad a la que se refiere. Alejandro el Grande, utilizado como título del rey Alejandro III de Macedonia, es un ejemplo. Los epítetos también se utilizan en la religión y la literatura, y para honrar los logros militares. En lingüística, a menudo se utilizan para distinguir entre personajes históricos, en particular monarcas y otros gobernantes.
En las religiones politeístas antiguas, como las de Grecia y Roma, los dioses tenían diferentes atributos y roles específicos que jugaban en la vida de la humanidad. Por ejemplo, Apolo es el dios del sol, pero también gobierna sobre las musas y tiene un nombre diferente para cada rol. Adorado como el dios del sol, es Phoibus Apollo. Al actuar como mecenas de las artes, es Apollo Musegetes. En el cristianismo, a María, la madre de Jesús, a veces se la llama Reina del Cielo o Causa de Nuestra Alegría.
En la literatura, el epíteto era una convención del poema épico o la saga en muchas culturas y se usaba para describir la naturaleza y las personas. Al poeta épico Homero le gustaba el «amanecer de dedos rosados». En La Odisea, su héroe era «Ulises que sufrió mucho». En La Ilíada, su héroe guerrero griego era «Aquiles semejante a un dios» o «hijo de Peleo». En la epopeya india Ramayana, el héroe del poeta sánscrito Valmiki es «Rama de alma elegante» y, a veces, «el mejor entre los hombres Rama».
Hay circunstancias en las que se requiere el uso de un nombre alternativo para mayor claridad o para evitar confusiones. En lingüística, estos se conocen con la frase latina epitheton necessarium, ya que son necesarios para distinguir entre personas del mismo nombre que tienen el mismo título. Generalmente se usan en lugar de números cuando se hace referencia a las monarcas. Un ejemplo es el nombre Ricardo Corazón de León para referirse al Rey Ricardo I de Inglaterra, o Catalina la Grande para Catalina II de Rusia. A diferencia de Europa, los gobernantes chinos no fueron nombrados ni contados, sino que recibieron epítetos que se referían al trono para que sus nombres nunca se usaran, lo cual era culturalmente inadmisible.
Los epítetos de honor a menudo se otorgan a las personas por algún servicio a su país o logros que traen honor al país. No otorgan poderes al poseedor, pero son una insignia de estima. En la cultura occidental, estos honores se originaron en conquistas militares. A los generales romanos victoriosos se les dio nombres que reflejaban a los pueblos que habían derrotado. Por ejemplo, Africanus o Germanicus agregado al nombre de un general indicaba victorias sobre los pueblos africanos o germánicos.