¿Qué es el estatuto de un muerto?

El estatuto de un hombre muerto es una ley que impide que las personas interesadas en un caso civil testifiquen sobre las declaraciones orales hechas por el difunto. En casos penales, tales estatutos no se aplican. Del mismo modo, alguien que no tenga interés en un caso puede testificar sobre las cosas que pudo haber dicho una persona fallecida. El propósito del estatuto de un hombre muerto es evitar una situación en la que una parte interesada haga reclamos para reforzar su caso y estos reclamos no puedan respaldarse.

No todas las regiones tienen un estatuto de muerto. En aquellos que lo hacen, el tipo de testimonio que es inadmisible según el estatuto puede variar. Algunos lo limitan a declaraciones orales como promesas hechas en el lecho de muerte. Otros tampoco permiten testimonios sobre transacciones sin testigos y cualquier otro evento para el cual no se dispone de un testigo de verificación. Un testigo desinteresado, por otro lado, puede atribuir declaraciones y otras acciones al fallecido.

Algunas áreas permiten una exención del estatuto del muerto. Si un representante de la persona fallecida no se opone, se le puede permitir a alguien que testifique sobre algo que dijo una persona fallecida. Es importante saber qué versión del estatuto está vigente en un área donde se va a juzgar un caso relacionado con una persona fallecida, para evitar entrar en conflicto con el procedimiento civil. Un abogado debe poder brindar asesoramiento y orientación a las personas que necesitan saber qué tipo de pruebas y testimonios son admisibles.

Una situación común en la que surge el estatuto de un hombre muerto es en un concurso sobre un testamento o patrimonio. Las personas interesadas podrían presentarse alegando que conocían las intenciones de los fallecidos para reforzar sus propios casos, pero no habría forma de saber si sus afirmaciones son ciertas. El estatuto del difunto limita el testimonio de las partes que no tienen interés en el asunto, asegurando que los deseos del difunto estén representados de la manera más justa y precisa posible.

Los casos que involucran palabras o acciones de partes fallecidas pueden ser complicados de litigar. Las intenciones de la persona fallecida no deben ser tergiversadas en la corte, pero a veces puede ser un desafío determinar lo que una persona fallecida hubiera querido o pensado sobre un asunto. Especialmente cuando las situaciones involucran herencias sensibles o valiosas, los sentimientos pueden aumentar. El estatuto del difunto previene situaciones en las que las personas pueden perjurar a los muertos por poder, así como a ellos mismos, para presionar sus casos.