La vitamina E y el zinc son nutrientes esenciales con propiedades antioxidantes, y apoyan la función del sistema inmune humano al suprimir la acción de los radicales libres en el cuerpo. Se encuentra naturalmente en una variedad de alimentos, la vitamina E y el zinc también se pueden tomar como suplementos para mejorar el apoyo inmunológico. La investigación sugiere que la vitamina E y el zinc podrían desempeñar un papel en la prevención o el retraso de la aparición de algunos tipos de cáncer y otras enfermedades asociadas con la actividad de los radicales libres y en la reducción de los efectos de virus como el resfriado común. Sin embargo, los altos niveles de suplementación, particularmente de vitamina E, pueden ser dañinos.
Hay ocho compuestos ricos en antioxidantes que comparten el nombre de «vitamina E», y parecen proteger a las células del efecto dañino de los radicales libres. De estos, el alfa tocoferol es la única forma que se puede mantener en el plasma sanguíneo humano. Un compuesto liposoluble, la vitamina E se retiene en los lipocitos del cuerpo o células de almacenamiento de grasa.
La vitamina E se encuentra naturalmente en alimentos como el germen de trigo, las semillas de girasol, las almendras y otros frutos secos, el brócoli y los tomates. Aunque una dieta variada que incluye alimentos ricos en vitamina E generalmente proporciona una cantidad suficiente de este compuesto, también se puede comprar como parte de un suplemento multivitamínico general o como un producto único en dosis tan altas como 400 Unidades Internacionales (UI) por más soporte antioxidante La suplementación puede ser beneficiosa, especialmente durante los períodos de estrés o enfermedad, pero el consumo regular de más de 400 UI diarias de vitamina E puede contribuir a un mayor riesgo general de muerte porque no se elimina regularmente del sistema.
Al igual que la vitamina E, el zinc juega un papel clave en la salud del sistema inmunológico y es necesario durante toda la vida humana. Encontrado en las células de todo el cuerpo, el zinc apoya el crecimiento y desarrollo normales. El cuerpo no tiene un mecanismo natural para almacenar zinc, por lo que es esencial el consumo regular de este mineral a todas las edades. Una dieta saludable que incluya alimentos como ostras, granos integrales, productos lácteos, carne y cereales fortificados puede proporcionar cantidades adecuadas de zinc. La proteína animal, sin embargo, proporciona la fuente más eficiente, porque los compuestos en plantas llamadas fitatos tienden a unirse al zinc y limitar su biodisponibilidad.
El zinc también se incluye en la mayoría de las multivitaminas, y la administración de suplementos de dosis única puede proporcionar apoyo adicional durante la enfermedad, el estrés y el embarazo. Este mineral también se incluye en algunas pastillas frías y aerosoles nasales. Ayuda a combatir los efectos de los radicales libres y apoya el funcionamiento de un sistema inmunitario saludable, por lo que algunos estudios sugieren que podría reducir la duración de enfermedades como los resfriados y la gripe. Tomar vitamina E y zinc puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades relacionadas con los oxidantes, como la degeneración macular relacionada con la edad, una enfermedad ocular que reduce la visión y la ceguera.