La percepción del color es una fascinante serie de reacciones físicas y químicas que permiten a algunos organismos ver en color. El proceso de percepción del color está literalmente todo en la mente, y el ojo contiene el equipo que responde a la luz para que el cerebro pueda procesarla. La cantidad de colores que un organismo puede distinguir puede variar considerablemente, desde animales que pueden ver una amplia gama de millones de colores hasta animales que ven en una gama mucho más limitada.
Dos tipos de células del ojo son responsables de la visión: bastones y conos. Ambas células están ubicadas en la retina y responden a la luz cuando ingresa al ojo. Las varillas son muy sensibles a la luz, lo que permite la visión en un rango de niveles de luz, mientras que los conos están sensibilizados a colores de rangos de longitud de onda particulares. Los seres humanos tenemos tres tipos diferentes de conos sensibilizados a longitudes de onda cortas, medias y largas, y son especialmente sensibles a la luz amarilla y verde. Los organismos con tres tipos de conos se conocen como tricromáticos, y otros animales pueden tener dos tipos de conos (dicromáticos), mientras que otros tienen hasta cinco (pentacromáticos).
Hasta 2005, los investigadores asumieron que la cantidad de conos en el ojo era aproximadamente la misma para todas las personas, y que todas las personas tenían la misma cantidad de diferentes tipos de conos. Sin embargo, cuando se desarrolló la tecnología de imágenes que podría usarse para mirar dentro de un ojo vivo y distinguir entre los diferentes tipos de conos presentes, los investigadores descubrieron que las personas en realidad tienen distribuciones muy irregulares de conos. El 40% de los conos de una persona pueden ser sensibles a la luz de longitud de onda media, mientras que otra persona solo puede tener la mitad de ese número, pero ambas personas percibirían el color de la misma manera, lo que sugiere fuertemente que los aspectos clave de la percepción del color ocurren en el cerebro. no el ojo.
Cuando la luz entra en el ojo y golpea los conos, ciertos conos se disparan en respuesta a la longitud de onda a la que están sensibilizados. La respuesta se envía a lo largo del nervio óptico al cerebro, y el cerebro procesa la información, lo que permite que el organismo vea en color. La percepción del color es importante para muchos animales porque se puede utilizar para distinguir más del entorno natural y porque los colores se utilizan a menudo como señales. Los hongos venenosos, por ejemplo, a veces tienen colores brillantes como advertencia.
El proceso de percepción visual ocurre tan rápido que las personas sienten que es instantáneo, ya que miran algo y lo ven de inmediato. Los ojos también devuelven constantemente nueva información, lo que permite a las personas detectar cambios como el movimiento. Aunque se entienden los mecanismos básicos de cómo funcionan la visión y la percepción del color, los procesos siguen siendo un poco misteriosos para los investigadores. Los mecanismos detrás del daltonismo, por ejemplo, no se comprenden completamente.